jueves, octubre 28

Intentar comerse un kiwi con piel

Las 11. Me revuelvo un poco entre las sábanas y disfruto un poco más de su calor. 11.30. Con un esfuerzo sobrehumano consigo liberarme de la cama. Entonces pienso "¿por qué? si estaba allí realmente bien", otra voz contesta "abre la persiana, mira afuera y verás el por qué". Lo hago, la luz me golpea en los ojos, pero es sólo un instante, se acaban acostumbrando. Desde que he vuelto a casa siempre hay luz blanca por las mañanas. Inmediatamente entro en un estado de indiferencia total. Todo lo que pretendía hacer esa brillante mañana se va a la mierda por mi tremenda vagancia. Intento leer, me asombro de que me interese tanto lo que leo, por desgracia no estoy acostumbrada a que estudiar sea un placer. Y entonces de repente me veo intentando comerme un kiwi con piel. ¿Cómo he llegado allí? ¡Si el libro lo tenía entre mis manos! Ni me he dado cuenta de cuándo lo he soltado. Vuelvo a su lado y lo encuentro temblando por mi desaparición tan brusca. "Lo siento, no quería irme así" le digo con la mirada. Sé que me entenderá, pero tardará mucho en olvidarlo, quizás no lo haga nunca. Pero encuentro algo de inspiración en el aire y no llego a tocarle. Como siempre que me posee la inspiración, se me nubla la vista y me olvido momentáneamente del resto de seres. Así que necesito escribir donde sea: en un papel, en el suelo, en el ordenador o de forma inconsciente en una pizarra de aire. Y me pongo a ello.

"Las 11. Me revuelvo un poco entre las sábanas..."

martes, octubre 26

Diálogos

- ¿Es usted la señorita X?

- Sí, soy yo.

- Tengo algo que ha perdido.

- Me temo que no he perdido nada.

- Busque bien. No, con esos ojos no. Para verlo, tiene que empezar por cerrar los ojos. ¿No nota que le falta algo?

- Tengo la sensación de que...

- Sshh, no lo diga; se irá para siempre.

- Está bien. ¿Cómo puedo saber que no he perdido la poca cordura que me quedaba? Me parece algo inverosímil y a la vez sé que es cierto.

- A veces etiquetamos de imposible aquellas cosas que no tienen explicación lógica. Ésta es un invento de los hombres. ¿Quién decide los parámetros entre lo ilógico y lo que no lo es? Puede que mi raciocinio diste mucho del suyo, y el suyo del mio, pero pueden ser igualmente válidos los dos.

- Entonces...¿la he perdido de verdad? Eso me dice mi razón, aunque mi otra razón, la impuesta, cree que no es posible.

- Sí, la encontré tirada y tiritando en un callejón dos calles más atrás. Desgraciadamente me he encontrado con muchas. Se tiene la terrible impresión de que estarán ahí para siempre, pero déjeme decirle una cosa, si no la cuida, se irá. Tal y como ha hecho con usted. No hay que olvidar que está ahí, dentro de su cuerpo, viviendo lo mismo, viendo lo que usted. Lo que hizo fue olvidarla y dejar de cuidarla, dando por sentado que siempre estaría. Me he encontrado con muchas y a todas les había pasado lo mismo.

- No sé qué decir. No noté mi alejamiento ni mi pérdida, pero me siento vacía, sé que me falta algo muy grande. ¿Cómo puedo recuperarla?

- No puede, ya es tarde para ello. Debió haberle dado el valor que tenía. En cambio prefirió no escuchar sus gritos.

- Pero...ahora sé que no está. No puedo vivir con ese vacío en mi interior. Es demasiado. ¡Tiene que haber una manera de recuperarla!

- Con el tiempo, quizás pueda volver. Sólo con el tiempo. Su mente tiene que volver al equilibrio, si cierra los ojos tiene que poder ver, en el silencio escuchar y en el ruido captar lo que no se dice. Si es capaz de merecerla, ella volverá. Pero de mientras, yo la cuidaré. Estará a salvo.

Y así le vio alejarse, desaparecer calles más allá hacia la nada, llevando en sus brazos su alma perdida.

lunes, octubre 25

Las nubes no pueden tapar las heridas del cielo

El cielo parece que muere,
sangra mientras yo respiro para verlo.
Una espada acaricia su nombre,
dejando un surco de tinta roja.
A cada instante hay menos luz
y cada vez más sangre;
cuerpo inerte contemplando la agonía,
hipnotizado por la masacre.

viernes, octubre 22

Descripción de un juguete que deforma la realidad

Tengo una cámara que no hace fotos, atrapa momentos. Los colores se vuelven imposibles, los rojos ya no son rojos, ni los azules fríos; se crean nuevos colores cada vez que suena "click".

Cuando atrapa momentos, lo hace en un instante. A veces acabas por olvidarlos, pero al verlos, los vuelves a recordar como si lo estuvieras viviendo allí mismo, gracias a ese pequeño juguete que te sirve de pseudomemoria. Una caja donde encierras efímeramente tus visiones del mundo. Que son muchas. Tantas que en ocasiones no caben todas en un mismo "libro".

Tengo un problema...y es que no sé hacer fotos a la realidad, sólo a mis visiones. Por suerte, la tengo a ella.

martes, octubre 19

Regreso

Cuando el caminar se tornó sereno, fue momento de volver. Apenas había disfrutado de la libertad, el tiempo pasó demasiado rápido en tu compañía, como tantas otras veces cuando nos encontramos con la madrugada.

Los días pasaron, uno tras otro, y ninguno era igual, aunque el objetivo siempre era el mismo: andar hasta alcanzar ese sitio que llaman Santiago, aunque suele cambiar según quién hable de él. A mí me gusta llamarlo Final, a pesar de que el fin del mundo se encuentre un poco más allá.

Me costó mucho llegar al Final, múltiples dolores tanto físicos como psicológicos me ponían obstáculos una y otra vez. Mi cuerpo siempre tenía algo nuevo que decirme y mi mente siempre me contaba lo mismo. Por suerte, también en mi mente y a veces fuera de ella, había una voz que me decía algo totalmente distinto. A veces susurraba, otras me gritaba de tal forma que todos podían oírla. Aunque sólo aquellos que realmente escuchaban...que lamentablemente eran pocos por allí. Pero los que allí estaban escuchaban no sólo con los oídos y no veían sólo con los ojos, iban más allá.

"Lo esencial es invisible a los ojos" que decía el Principito.

Legué al Final. Llegué y aún no lo asimilo del todo. Tanto tiempo esperando que necesito aún más tiempo para verlo de lejos.