lunes, enero 31

Notas

Suena una canción pero tardo una eternidad en identificarla. Cuando me doy cuenta de cuál es, observo mi reacción y veo que ha cambiado por completo. Lo que un día significó para mí, ahora ya no es nada. Suenan las notas, oigo la voz, muevo la mano en son del ritmo pero ya no es igual, ahora es sólo una canción más, no tiene especial importancia. En aquella época se inundaba el coche con los primeros acordes de la melodía, me abstraía y me hacía pensar demasiado. Ahora todo ha cambiado. Ya no siento lo mismo; ahora mis circunstancias han hecho que considere especiales otras canciones. Sí, hay otras que me provocan esas mismas sensaciones, pero son otras y no esa que sonaba dentro del coche y que de repente ya no me decía nada. Puede que las canciones representen épocas y nos muestren cambios. Cuando una canción fracasa en su original impacto, es que en cierto modo algo ha cambiado en ti, sea bueno o malo. Yo aún estoy decidiendo de qué tipo es el mío...

viernes, enero 28

Dormir sin un ojo abierto

Últimamente tengo sueños muy extraños. Y aunque sea de la opinión de que los sueños no tienen ningún significado oculto, me levanto turbada. Me pregunto por qué mi mente relaciona las cosas así y me respondo que será porque estoy mal hecha. A veces un sueño es tan incoherente que incluso me asusto de mí misma o me levanto riéndome por la situación después de haber pasado un tiempo de asimilación. No creo en su significado, nunca lo he creído. Creo que la mente va relacionando cosas que has vivido, sentido, pensado, visto a lo largo de tu vida y nunca sabes lo que puedes llegar a encontrarte: tu casa, pero que esté como cuando eras pequeño; una persona conocida con la que prácticamente nunca has hablado; alguien de tu colegio; un chupachups usado...Buscamos el significado de algo que no lo tiene, por eso lo queremos con tanta fuerza, porque algo inexplicable es incocebible para nosotros. Simplemente soñemos turbiamente y extrañémonos de nuestras mentes.

lunes, enero 24

Cabizbajo frente a una ventanilla

Me encuentro en un coche con un ser que no habla ni creo creer que me entienda. Intento entablar conversación aún sabiendo que en realidad es probable que esté hablando sola. Pero yo lo intento, por si me oye. No lo parece pues ni me mira, se dedica a mirar por la ventanilla, atento a cualquier ruido externo al que, de hecho, tampoco es que haga demasiado caso. Impertérrito a mis palabras. Entonces le miro la cara y me doy cuenta de que es la viva imagen de la tristeza, y eso ligado a mi ya precario estado de ánimo no es lo ideal para un día gris. No puedo dejar de mirarle buscando algo que pueda hacerle sentirse mejor sin mucho éxito. Qué le harán hecho, pienso, para que esa cara no desaparezca. Le abandonaron, sólo conozco ese dato y creo que es suficiente para tal melancolía.

jueves, enero 20

Diálogos IV

- ¿De qué color es el cielo?

- Es blanco para mí, mis ojos no se acostumbran a tanta luz.

- Yo lo veo marrón.

- ¿Marrón? Nunca había escuchado tal afirmación.

- Cuando alzas la vista al cielo, éste se refleja en tus ojos y me da tiempo a observar cómo se vuelve marrón con ellos.

miércoles, enero 12

Posición fetal

Después de estar un rato tumbada en la cama con el libro ante mis ojos, decido cerrarle y me dispongo a dormir. Entonces empieza el ritual. Me pongo de costado, casi al borde de la cama, aunque se diga lo contrario; flexiono las piernas hasta prácticamente tocar mi pecho y coloco los brazos de una forma imposible. Siempre duermo así. De hecho necesito taparme cual gusano en su capullo para poder dormir tranquila. Me siento segura. Quizás sea un recuerdo olvidado de mis meses en convivencia con mi madre. Puede que allí es donde más segura me sentía, puesto que no había nadie más que yo y unas voces que se oían a lo lejos. Creo, además, que inconscientemente recreo ese momento cada noche, sin obviar ningún ínfimo detalle: la postura, el calor, la oscuridad e incluso el silencio. Y es en mi cama y no en otra donde puedo hacerlo (las imitaciones son odiosas). Sólo allí segundos antes de dormirme me veo lejos del mundo, como si nunca lo hubiese tocado.

Puede que por eso duermo, según dicen, sonriendo.

sábado, enero 8

Ruidos

Conduciendo hacia mi casa la música me resultaba diferente. Agudizo el oído y noto un ruido extraño que se mueve por el coche. Es muy leve, casi un susurro imperceptible. Le tapo la boca al cantante en mitad de una frase y lo escucho: "lo odio, lo odio, lo odio, lo odio, lo odio..." sin darme cuenta de que proviene de mi boca.

miércoles, enero 5

Unos versos en un garaje

Con la mochila a cuestas caminaban por un pequeño gran pueblo de nombre...bueno, eso en realidad no importa demasiado en esta historia. Un nombre es sólo un nombre. El sol brillaba y a veces también llovía, algo no muy extraño durante esos días. Luces y sombras se encontraban por doquier sin conocer los caminantes qué era lo que imperaba ahí donde pisaban. La joven vomitaba cada paso, sangraba cada movimiento. No dejaba de pensar que no podría continuar pero terminaba la jornada y al día siguiente volvía a empezar. Aún así la tristeza se apoderó de ella, no notaba dónde pisaba ni veía lo que miraba. Pero entonces oyó una voz que los llamaba: un anciano en la puerta de un garaje a entrar les invitaba. "Quieren robarnos" pensó. Pero aún así se acercaron, él con curiosidad, ella demasiado cansada para decir que no a nada. "Si me roban al menos me libran de este peso". Pero el hombre era todo inocencia. Sólo quería un poco de conversación y algo de compañía. La joven estaba distraída, su mente se nublaba y casi no veía. Entonces el anciano le dijo al joven que la acompañaba "¿Le recitamos unos versos?" Hablaban de sus ojos, pero...¡maldita memoria! Sólo queda ya la sensación de ese momento, del Don Juan octogenario mirándola fijamente y del peso que de forma inexplicable se tornó inexistente.

lunes, enero 3

Caminando

Una llamada. Día tranquilo. Salgo de casa y me dirijo andando hacia mi destino, donde me esperan. Voy, como habitualmente desde hace un tiempo, concentrada en mis movimientos y a la vez, como siempre, pensando en infinidad de cosas; una de ellas me sorprende: me apetece un té.

Noto cómo mis piernas dan cada paso, las siento vibrar con cada nuevo que doy. No era tan consciente de mi cuerpo desde hacía mucho tiempo. Entonces me interrumpe algo, un olor. Tu olor. Me sobresalto al notarlo tan de golpe. Sé que no estás pero te noto, tu aroma está ahora justo donde estoy yo. Se confirman mis sospechas; los olores pueden provocarnos multitud de reacciones sin que nos demos cuenta. Y tu olor...quería conservarlo conmigo pero el tiempo no me lo permitió. Seguí caminando cambiando totalmente mis pensamientos. Ese olor...tan efímero pero tan fuerte.