lunes, diciembre 31

Ayer

Ayer empezó el año. Ayer fue cuando comenzaron a acumularse los recuerdos y a taparse los que permanecían más abajo. Ayer el contador se puso a cero.

domingo, diciembre 30

Atardeceres lunares

El cielo ya estaba de un azul muy oscuro, casi negro. Las nubes tapaban la mayor parte de él, pero aún se podía ver la luna que esa noche tenía un resplandor anaranjado. Poco a poco fue cayendo y de repente desapareció entre nubes de distintos colores. Un adiós digno, una despedida silenciosa. A mis veinticinco años era la primera vez que veía cómo se ponía la luna. Y me pregunté por qué se le daba tanta importancia a los atardeceres del sol, cuando por la noche, a veces, se podían ver cosas tan hermosas como esas. Me sentí como una niña que descubre algo por primera vez; y una emoción me recorrió despacio, como para que la sintiera mejor y la saboreara esa noche. Me lo encontré por casualidad allí mismo, en el lugar donde a veces me gusta ver el mar despacio. Sin pensar ni esperar es cuando más te sorprenden las cosas. Aún hoy lo recuerdo con viveza. Quizás las primeras veces no se olvidan nunca, o las cosas importantes deciden que permanecerán contigo para que las lleves allá donde vayas. Hoy, la noche es distinta para mí, algo ha cambiado. 

Después de haber visto el atardecer sentí que todo estaba desprotegido. El cielo estaba solo, al igual que las estrellas. Ninguna otra luz nos amparaba a los que vivíamos debajo. Podíamos actuar sin vigilancia pero con cuidado. De repente todas las estrellas brillaban más, su luz era más fuerte, quizás para compensar la ausencia y decirnos "tranquilos, no todo es tan oscuro como parece". La sensación de vacío era tan grande que el mundo se mantuvo en silencio, expectante, hasta el amanecer.

lunes, diciembre 17

Perder

Perder es un verbo de color gris oscuro. Tiene muchos matices, es frío y distante. Puedes perder tanto una cartera como la confianza, pero el sentimiento es el mismo: vacío. Cuando pierdes notas que te han arrancado un suspiro demasiado largo, de esos incontrolables. Quizás no quieras notarlo al principio y te pongas la mano tapándote los ojos para no ver, pero poco a poco, al ir abriendo los dedos para dejar pasar algo de luz eres consciente de que se ha ido. Puede que no sea culpa tuya, sino de otro que no supo ver y quizás, sin querer, te construyó un hueco sin nada dentro, en el que nada cabe tampoco, sólo lo perdido.

Hay demasiados suspiros perdidos los días de viento enredándote el cabello. 

¿Se podrán recuperar?


miércoles, diciembre 12

Respuestas múltiples

Ya no quería seguir pensando así que se fue a mirar las estrellas a un sitio lejano. Cogió el coche y, dispuesta a perderse, tomó caminos no marcados que la llevaron a respirar su incomprensión. No la gustaba el olor, pero aún así no podía dejar de aspirar una y otra vez. ¿Necesidad o descontrol desmesurado? Hasta que llegó un momento en que se acostumbró a ello. Vivir dudando es como estar desorientado todo el tiempo, no saber dónde estás ni quién eres; es vivir fumando preguntas y expulsando miles de respuestas, todas distintas.

El cielo estaba nublado y nada se veía, ni un poco de luz, ni un poco de lluvia. Nada. Sólo ella, allí, buscando algo que no estaba en ninguna parte, preguntándose si algún día podría volver a respirar aire limpio, a grandes bocanadas, robándoselo a todos. Y tampoco tenía respuesta para eso.