martes, octubre 26

Diálogos

- ¿Es usted la señorita X?

- Sí, soy yo.

- Tengo algo que ha perdido.

- Me temo que no he perdido nada.

- Busque bien. No, con esos ojos no. Para verlo, tiene que empezar por cerrar los ojos. ¿No nota que le falta algo?

- Tengo la sensación de que...

- Sshh, no lo diga; se irá para siempre.

- Está bien. ¿Cómo puedo saber que no he perdido la poca cordura que me quedaba? Me parece algo inverosímil y a la vez sé que es cierto.

- A veces etiquetamos de imposible aquellas cosas que no tienen explicación lógica. Ésta es un invento de los hombres. ¿Quién decide los parámetros entre lo ilógico y lo que no lo es? Puede que mi raciocinio diste mucho del suyo, y el suyo del mio, pero pueden ser igualmente válidos los dos.

- Entonces...¿la he perdido de verdad? Eso me dice mi razón, aunque mi otra razón, la impuesta, cree que no es posible.

- Sí, la encontré tirada y tiritando en un callejón dos calles más atrás. Desgraciadamente me he encontrado con muchas. Se tiene la terrible impresión de que estarán ahí para siempre, pero déjeme decirle una cosa, si no la cuida, se irá. Tal y como ha hecho con usted. No hay que olvidar que está ahí, dentro de su cuerpo, viviendo lo mismo, viendo lo que usted. Lo que hizo fue olvidarla y dejar de cuidarla, dando por sentado que siempre estaría. Me he encontrado con muchas y a todas les había pasado lo mismo.

- No sé qué decir. No noté mi alejamiento ni mi pérdida, pero me siento vacía, sé que me falta algo muy grande. ¿Cómo puedo recuperarla?

- No puede, ya es tarde para ello. Debió haberle dado el valor que tenía. En cambio prefirió no escuchar sus gritos.

- Pero...ahora sé que no está. No puedo vivir con ese vacío en mi interior. Es demasiado. ¡Tiene que haber una manera de recuperarla!

- Con el tiempo, quizás pueda volver. Sólo con el tiempo. Su mente tiene que volver al equilibrio, si cierra los ojos tiene que poder ver, en el silencio escuchar y en el ruido captar lo que no se dice. Si es capaz de merecerla, ella volverá. Pero de mientras, yo la cuidaré. Estará a salvo.

Y así le vio alejarse, desaparecer calles más allá hacia la nada, llevando en sus brazos su alma perdida.

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