sábado, mayo 28

Una metamorfosis

Mi maldito reloj biológico me la ha vuelto a jugar. A las ocho y media ya estaba despierta. Me dedico a dar vueltas por la cama sin saber qué hacer. Además, estoy nerviosa y no sé por qué. No, no es esa sensación, esta vez es otra. Pero me agobia igual. De hecho no sé exactamente el motivo y por mucho que lo busque no consigo saberlo. Me sigo revolviendo mientras voy cayendo más y más. Otra vez estoy en el suelo...sin mantas, sin ropa y nadie sabe que estoy ahí. No puedo gritar, la estampa es demasiado vergonzosa. Si alguien me viera tirada en esa postura tan imposible, directamente me taparía con una manta a la espera del olvido. Como lo que le pasó a Gregorio, cuando tuvo aquella extraña metamorfosis, nadie quería saber de él; hasta que ya no era ni el hermano ni el hijo, sólo era aquel insecto al que nadie quería acercarse.

Muchas veces he pensado qué pasaría si un día me levantara diferente, si mi cuerpo no fuera reconocible y sólo quedara de mí mi "alma" (alma: personalidad, mente...). Nos guiamos por apariencias, y si una resulta muy desagradable, por mucho que la esencia sea la misma en su interior, tenderíamos a apartarla. Relacionaríamos monstruo con alma oscura. Por eso las apariencias engañan, por eso alguien con un interior que te agrada parece que tiene más luz en su exterior.

Supongo que acabara como Gregorio, con un trozo de comida entre mi caparazón.

sábado, mayo 14

Debajo del agua

Necesito algo, una mano que me saque del agua. Llevo años buceando sin saber abrir los ojos, escuecen demasiado y prefiero mantenerlos cerrados. Sólo puedo imaginarme el mundo puesto que hace mucho que no le veo. Creo que sólo lo he hecho una vez y después...todo agua. Tengo que volver a la superficie y mirar a mi alrededor. Al principio no podré ver nada, todo me cegará, pero poco a poco mis ojos se irán acostumbrando a la luz y podré saber si mi imaginación se acercaba a la realidad. ¿La habré idealizado?

sábado, mayo 7

Sin faltas de ortografía

Hace mucho viento con uve. Está arrastrando todo lo que encuentra a su paso y no tiene piedad. Incluso me arrastra a mí, lo noto, hoy soy más ligera que ayer, pero aún está esa cosa ahí que nadie puede alcanzar. A veces palpita y brilla y se hace notar por encima de todo, hasta que ese todo dice "basta" y lo acalla con un fuerte ademán, tan fuerte que cuesta un largo tiempo llevarlo a cabo para que sea casi efectivo; pues no lo mata, sino que sólo lo calma por un tiempo.

Cuando estoy tumbada en la cama, cierro los ojos y lo busco. No descubro mis verdaderas intenciones, y por eso lo intento encontrar con cautela, pero siempre se esconde de mí tan bien que nunca puedo matarlo. ¿Qué hacer para acabar con algo que te golpea el pecho aunque esté en la cabeza? Aún no he encontrado respuesta para esa pregunta, quizás nunca la encuentre, quizás siga ahí siempre y no haya forma de sacarlo. 

Demasiado absolutismo con be.

lunes, mayo 2

Volver

Estoy volviendo, o eso creo. A ver si las sombras me dejan en paz de una vez o por lo menos que se corten las uñas.

Arañan.