viernes, enero 27

Opuestos

Blanco y negro. Guerra y paz. Alegre y triste. Bueno y malo. Dulce y salado. Hombre y mujer. Sí y no. Playa y montaña. Todo y nada. Palabras y hechos. Luz y oscuridad. En color y en blanco y negro. Lluvia y sol. Despierto y dormido. Silencio y ruido. Abierto y cerrado. Amor y odio. Feminista y machista. Libre y encerrado. Líquido y sólido. Frío y caliente. Encendido y apagado. Tranquilidad y nervios. Listo y tonto. Sentado y de pie. Quietud y movimiento. Tímido y extrovertido. Poeta y mundano. Ver y sentir. Decepción y orgullo. Sonrisa y llanto. Caricia y golpe. Agua y fuego. Lengua y mano. Aburrido y divertido. Preocupado e indiferente. Mar y arena. Beso y mirada. Palabra y espacio en blanco. Sueño y significado. Desnudo y vestido. Rápido y lento. Esperar y precipitarse. Débil y fuerte. Morir y matar. Mentira y verdad. Opuestos e iguales. Único y corriente.

Pero siempre hay un gris que asoma por cada uno de ellos.

miércoles, enero 25

Voz y compañía

Cuando la voz sale de la boca se consume y no vuelve. A veces suena extraña, como si no te perteneciera. ¿Quién es esa persona que habla? ¿De quién es esa voz? De repente no la reconoces, ni sabes lo que dices. Toda la vida he pensado mucho lo que decía; meditado, reflexionado y masticado hasta soltarlo. No me gusta hablar de más y por eso lo hago de menos, o me gusta pensar que lo justo. Si no tienes nada que decir, no digas nada. Suenan frases precocinadas, pero a veces no me sé expresar mejor. Hay situaciones en las que por muchas ideas que tengas no consigues darles una forma decente. Es tal la apatía que nada parece tener sentido...salvo quizás pequeños trazos de un dibujo inacabado, ese que no sabes aún lo que es pero que está ahí, esperando que sigas dibujando cada día aunque sea una línea.

Ni siquiera sé qué es lo que escribo. Me senté queriendo hablar de la voz y terminé hablando de dibujos.

martes, enero 17

Ventana

Me gusta asomarme a la ventana, observar a la gente pasar e imaginar cómo son sus vidas. A dónde se dirigen, si van a encontrarse con alguien o no tienen rumbo ni compañía. Me protege la edad de mi ventana, curtida con los años y sabia para estos casos. Me deja esconderme tras ella cuando nota que mis intenciones ese día son la observación y el ensueño.

Pasa un anciano. Boina, bastón y traje verde. Se mueve despacio, sin prisa. Va solo. Puede que vaya al encuentro de una amante ese día o sólo quiera tomar el aire. Nunca dije que fuera buena imaginando. Además, me gusta pensar cosas poco probables. Nunca sabes dónde unos pasos te van a llevar; si a un parque o a un lecho.

Pasan unos niños con sus mochilas. Por la hora que es lo más lógico sería pensar que acaban de salir del colegio. Pero no quiero algo tan común. Quizás se hayan escapado de casa y se dirijan más allá de la ciudad para ver las montañas nevadas. Desde aquí se ven muy lejos. Ellos quieren tocar la nieve. Así que con sus mochilas llenas de bocadillos de nocilla y tres pares de guantes comienzan su aventura.

jueves, enero 12

Tropiezo

Perdidas

Las palabras nacen, a veces crecen y siempre mueren. Siempre. O se pierden o nadie se percata de que están ahí. Y si nadie lo hace, acaban por olvidarse y morir. ¿Pues quién las va a dar vida si necesitan de unos ojos que las recorran para seguir existiendo? Cuantas palabras habrán muerto mientras escribo esto...puede que todas las anteriores ya lo estén, y estas que las siguen no sean más que un intento desesperado por seguir existiendo un poco más. Y algo más. Un segundo más. Pero esto no puede durar eternamente, en algún momento tendrá que parar. Cuando no quiera escribir más o cuando el punto y final aparezca. Debería ser una despedida entonces, las últimas palabras quiero decir. Estamos llegando al final, el principio ya no existe. Un adiós es demasiado típico, quizás mejor un hasta pronto o gracias por llegar hasta aquí.

No.

Punto y final.

miércoles, enero 11

Cuatro minutos y diecisiete segundos

Se amaban de noche pero se odiaban de día. Apenas si podían verse cuando el sol se alzaba de madrugada. Cuatro minutos y diecisiete segundos eran lo que tardaban en dejar de aguantarse. Ni uno más ni uno menos. Exactamente eso. Pasado ese tiempo era necesario que se apartaran el uno del otro, o el lugar donde se encontraran podía acabar totalmente destrozado por un repentino vuelo de objetos sin miramientos. Lo malo de los días era que no podían evitar buscarse. El placer de la noche era tan intenso que necesitaban más. Pero pasado ese tiempo límite lo único que había era desesperación y odio. Aún así, volvían a buscarse una vez más y otra hasta que el sol se caía de puro cansancio.

Nadie ha encontrado explicación a tal acontecimiento. Se cree que la luz dejaba al descubierto todos sus defectos y se mostraban tal y como eran, cosa que no eran capaces de aceptar. De noche era diferente, la oscuridad todo lo tapaba y podían mirar pero sin ver demasiado. Se dice también que tenían miedo a conocerse pues se parecían demasiado el uno al otro. ¿Y quién es capaz de soportar sus propias debilidades?

lunes, enero 9

Curiosidad

Se despidieron entre las rocas, aunque ninguno pudo oír lo que decía el otro, y ya nunca más volvieron a verse. Uno se dirigió a su morada, el otro a todas partes. Fue entonces cuando las nubes se separaron ligeramente para dejar escapar un poco de la luz del sol. Esos días siempre me han gustado. Todo es gris y cuando hay algo de luz, parece aún más brillante.

Nada más llegar a casa volvieron las nubes.

¿Y ahora qué? No había respuesta.

Las preguntas sin respuesta nos llenan de angustia y dudas. Queremos saberlo todo pero en realidad sabemos tan poco...y tenemos que ser conscientes de esa premisa. Cuando no encontramos una respuesta incluso llegamos a sentirnos ofendidos con nosotros mismos. ¿Cómo no puedo encontrarla? nos preguntamos creyéndonos tan listos. Pues la respuesta es que no hay respuesta. Y el impulso a descubrirla es lo que nos mueve a ser mejores y más curiosos.

Sin la curiosidad no somos más que algo que se mueve sin rumbo, aceptando lo que le dicen otros más curiosos que él.

domingo, enero 1

Luz

Voló tan alto que perdió de vista el suelo, y cuando quiso bajar ya no pudo, pues había llegado tan arriba que su luz se había fundido con el cielo. Pero no era un brillo cualquiera, era el más fuerte de todos los que había allí. Al llegar tan rápido y tan antes de tiempo el candor era más intenso. Desde allí podía verlo todo y a todos.

Los que estaban abajo y no sabían a dónde había ido aún lo sentían, por eso no tenían miedo, porque sabían que estaba allí con ellos: en los recuerdos, en los objetos y sobre todo en esa nueva luz que brillaba tanto. También era resplandeciente cuando no estaba lejos y eso se podía notar en una gran estela que había dejado cuando emprendió el viaje que le llevó tan arriba.

Siempre había sido luz. Y aunque ahora brillara en otra parte, seguía haciéndolo.