miércoles, enero 25

Voz y compañía

Cuando la voz sale de la boca se consume y no vuelve. A veces suena extraña, como si no te perteneciera. ¿Quién es esa persona que habla? ¿De quién es esa voz? De repente no la reconoces, ni sabes lo que dices. Toda la vida he pensado mucho lo que decía; meditado, reflexionado y masticado hasta soltarlo. No me gusta hablar de más y por eso lo hago de menos, o me gusta pensar que lo justo. Si no tienes nada que decir, no digas nada. Suenan frases precocinadas, pero a veces no me sé expresar mejor. Hay situaciones en las que por muchas ideas que tengas no consigues darles una forma decente. Es tal la apatía que nada parece tener sentido...salvo quizás pequeños trazos de un dibujo inacabado, ese que no sabes aún lo que es pero que está ahí, esperando que sigas dibujando cada día aunque sea una línea.

Ni siquiera sé qué es lo que escribo. Me senté queriendo hablar de la voz y terminé hablando de dibujos.

2 comentarios:

John Keats dijo...

Pero a veces, hay que levantar la voz, y dar la idea. Y es preferible darla por encima, de forma imprecisa, que no darla en absoluto, ¿no?

Aura Gris dijo...

No, quizás prefieras guardártela y no darla si no sabes muy bien lo que quieres decir.