viernes, diciembre 31

Hasta doce

Un año más, un año menos, hoy es sólo un día como otro cualquiera. Sí, es el final de un año pero no lo notaría si no fuera por los petardos de ahí fuera, los ensordecedores gritos y los zombies de la televisión maquillados como personas que nos dicen cuándo tenemos que atragantarnos con una uva. Les obedecemos de forma sumisa, solidarizándonos con su naturaleza. Una, dos, tres...hasta doce veces. A mí, la verdad, es que me gusta ir un poco a mi ritmo. De hecho, ni como uvas. Son un invento para provocar muertes prematuras.

Fin de año. No entiendo la suma importancia de este día. ¿Mañana cambiará el mundo? Me temo que la misma gente saldrá a la calle, salvo aquellos a los que una uva les haya quitado la vida.

martes, diciembre 28

Cómo encontrarse cuando no sabes dónde estás

¿Dónde estoy? Noto a la gente caminar a mi alrededor, les oigo hablar a voces pero no entiendo lo que dicen. Hablan una lengua distinta a la mía, o quizás yo haya tomado la determinación de no querer entender. No, es más lógica la primera opción.

Sus caras me inquietan. Hacen muecas grotescas destinadas a ser absorbidas por mi miedo. No puedo dejar de mirar en derredor intentando comprender dónde me he metido. Temo no encontrar nunca la respuesta y sumirme en este mar de gritos y extrañas expresiones. No quiero acabar gritando incoherencias que no entiendo para formar parte de la multitud. No quiero muecas. Así que creo que me quedaré en silencio observando...quizás algún día se disipen mis dudas y me encuentre.

viernes, diciembre 24

Diálogos III

-¿Quién eres?

-No lo sé, no lo tengo claro. ¿Quién eres tú?

-Yo soy yo.

-¿Estás segura?

-Sí, ¿quién iba a ser sino?

-Cualquier otro. La gente me mira y cree verme a mí, pero yo aún no sé quién soy. ¿Cómo pueden ver algo que ni yo puedo saber?

-Porque la gente necesita una forma, un recipiente, lo que haya dentro les da igual. Para ellos serás tú, da igual si eres egoísta, amable, sincero o mentiroso. Eso no importa. Aunque cambies millones de veces siempre serás tú.

lunes, diciembre 20

Relato (quinta parte. Final)

Los que no tenían hachas, se hicieron con azadas, y si no encontraban acababan con cuchillos en las manos, y algunos incluso simplemente llevaban palos como si de armas se tratara. Aunque todos coincidían en algo: las antorchas. Una ola de fuego inició una marcha hacia el bosque el cual vio cómo se acercaba el siniestro resplandor, y por primera vez en mucho tiempo pudo notar la maldad del hombre. El aire estaba viciado y cada vez podía sentir más de cerca el odio y la podredumbre. Por eso no le gustaban los seres humanos, contaminaban a su paso. Ya estaban cerca, se ensuciaba el ambiente por momentos.

La marcha la formaban unos veinte hombres. Algunos de ellos ya habían huido antes de marchar aterrorizados por la sola idea de entrar en ese bosque en busca de la señora Julia. Los rumores de su vida se gritaban en silencio esos días. Se contaba que hacía años un conde se había enamorado locamente de una de sus sirvientas hasta tal extremo que mató a su esposa para poder casarse con ella. Ésta, al ver tal atrocidad, mató al conde por miedo a su locura y huyó, dicen, con sus riquezas escondiéndose en una aldea cercana. Allí formó una familia al margen de todo, hasta que alguien la descubrió e incendió su casa en busca de algo que no sabían si existía. Pero el fuego es traicionero y se extendió sin control por toda la aldea formando una gran estampida de gentes que corrían sin dirección. Julia era una de esas personas que corrían y acabó en otra aldea implorando agua y asilo. Se decía que esa señora era aquella sirvienta y lo habían llegado a creer como si fuera cierto, pues la mente de los hombres se nubla con facilidad.

La cuidaron y observaron atentamente. Intentaron ganarse su confianza, pero la vieja escondía sus palabras cautelosamente. Entonces la cordialidad se tornó siniestra. Todos querían partes de ella y lo que no sabían era que lo estaban consiguiendo, pues la acabaron robando ya que nada de su persona se podía intuir al final.

Qué horrible escalofrío al contemplar el bosque, Qué horrible sensación. La muerte, sin duda, estaba allí con ellos sabiendo que ese día no se iría sola. Pero alentados por el odio entraron.

Dentro, Julia notaba que algo pasaba. Las ramas se movían con violencia y el aire arrastraba un olor extraño. El ambiente guardaba malos presentimientos, Julia sentía que se ahogaba, su corazón no conseguía calmarse y no entendía el por qué. Maldita sensación de ignorancia y desasosiego. No sabes lo que te turba pero está presente continuamente delante de ti, dentro de ti. Te desesperas buscándolo, pero tu obsesión acaba en nada. Pero la búsqueda de Julia llegó a algo y además tomó forma: la humana. No tuvo mucho tiempo para reaccionar, pero lo que sí tuvo claro es que no quería esconderse como una ruin rata aunque el viento intentara lo contrario. Toda su vida en la aldea la había pasado en silencio, dejaron que absorbieran su esencia, su vida...posando los ojos siempre en un punto fijo y sin detenerse a mirar nada más.

-Allí está-oyó que decía una voz.

La valentía que había sentido hacía unos segundos se esfumó de pronto para volver un instante después enormemente debilitada. Las reacciones imaginadas nunca concuerdan con las reales, te acaban temblando las piernas y la respiración se vuelve difícil hasta que de verdad eres consciente de qué te está pasando. Las reacciones son tremendamente imprevistas.

Los hombres del pueblo habían tenido serias dificultades para llegar hasta el centro del bosque. Un viento terrible y árboles que aparecían donde menos se lo esperaban retrasaban su marcha y ponían en peligro la vida del fuego. No sabían cómo habían llegado hasta allí. La muerte, muy astuta, les había indicado el camino amablemente, pues deseaba terminar antes de que se hiciera de día.

-¡Allí está!-gritaron esta vez.

Un remolino de hojas se interpuso entre ellos y Julia impidiendo la visión. Ante tal terror, dos de ellos ya no pudieron aguantar más y salieron corriendo de allí mientras otros tantos lo intentaban.

-¡Sucios cobardes! No os mováis. Nosotros somos hombres y ella es tan sólo una vieja. No os dejéis intimidar por esto.

Para ellos Julia seguía teniendo apariencia de anciana puesto que sus ojos no sabían ver y nunca sabrían.

-No...¡no! Para, por favor-le suplicó Julia al bosque-Si están aquí, si han logrado encontrarme, no me dejarán nunca tranquila. Lo único que puedo hacer es enfrentarme a ellos.

El muro cayó al suelo suavemente ante la mirada de todos. Silencio.

-¿Por qué estáis aquí?

-¡Mataste a mi esposa!-gritó el marido de Ivana-Debes pagarlo.

El rostro de Julia se tornó blanco. No, no podía ser...su alma se había fragmentado. Le faltaba el aliento y no era capaz de pensar en nada, se fue lejos de allí, no sabía dónde y comenzó a murmurar frases sin sentido.

-Dios mío...está intentando hechizarnos. ¡Huyamos antes de que sea nuestra perdición!

Otros cuatro hombres salieron despavoridos ante los improperios de los demás. Aunque los que se quedaron deseaban marcharse tanto como ellos, no conseguían moverse, tenían miedo de que si daban un paso algo les pasaría. El miedo les retenía allí.

-Sabemos que eres una bruja, sólo una de ellas se escondería aquí. Hemos venido a juzgarte por tus actos. Has matado a una persona, ahora nosotros te robaremos la vida a ti tal y como se la robaste a ella.

La mirada del alcalde resplandecía cómo sólo podían hacer los ojos llenos de odio mientras hablaba. La sensación de tener a alguien acorralado le entusiasmaba. Se acercó a ella y sin que los demás le escucharan la agarró del brazo e intentó conseguir aquello que ansiaba.

-¿Dónde lo escondes, bruja?-su voz era la pura avaricia.

-No sé de qué me hablas.

-Te quemaré aquí mismo si no me dices dónde está.

Por su tono Julia sabía que sería capaz de ello. La consideraban bruja y además había matado a la señora Ivana, no tendrían reparos en hacerlo. Sabía que ese era su final, no podía darle aquello que desconocía y se veía perdida. Entonces una triste sonrisa apareció en su rostro y comenzó a cantar la única canción que se sabía. El bosque, conmovido, hizo crecer flores a sus pies. Ante tal imagen el alcalde se apartó de ella con asco y ordenó a los demás que cogieran las antorchas y el aceite para rociarla y empezar con su venganza. Julia era consciente de lo que pasaba a su alrededor pero intentaba no serlo. Seguía cantando como para ahuyentar todo el miedo que se alojaba en su cuerpo. En su canto el bosque pudo ver todo lo que no decía. Veía el miedo, siempre presente en su voz, pero sorprendentemente también veía una fuerte melancolía. La vida de la mujer terminaba ahí, por fin había sido feliz después de tanto tiempo, su paso por el mundo debía acabar cuando estaba en el culmen y no antes ni después. Por eso no pedía ser salvada con su voz, por eso no veía súplicas en su canción.

De pronto calor en la fría noche, tan intenso que tuvo que dejar de cantar por un momento, pero su voz volvió a surgir más fuerte que antes oyéndose por todas partes. El canto era tan fuerte que los hombres se asustaron y salieron huyendo de allí. La muerte vio que se alejaban pero no se preocupó, instantes después les encontraría perdidos y asustados y les tendería su mano para llevarlos con ella.

Julia seguía cantando, pero su voz se fue haciendo cada vez más débil...y más...y más...hasta que sólo quedó el silencio, el fuego y un  bosque desesperadamente triste en llamas.


jueves, diciembre 16

Ningún título lo describiría

Ayer...fue ayer. No sé cómo, ni cuándo ni de qué manera pero estoy segura de ello. Y aunque no me atreva decirlo en alto, lo pienso y no sale de ahí. Lo único que puedo hacer es ignorarlo, porque también lo desconozco, pero sé que ahí estuvo de alguna manera que desconozco. Oh, no...otra vez no, por favor. No sé cómo puedo parar esto ahí arriba. No paran de salir ideas; algunas buenas, otras insensatas. ¿Alguna idea puede llegar a ser insensata? Sólo es imaginación, puede volar como la de la gana. Pero ayer...

miércoles, diciembre 15

sábado, diciembre 11

Cien mil

Maldito destino...si creyera en ti te aborrecería. En cualquier lugar, por remoto que sea, me das una patada como para llamarme la atención. No sé qué quieres decirme. Si ni siquiera existes. Pero a veces parece que sí. No hago más que verte a donde quiera que vaya. ¿Qué quieres de mí? Idiota...no crees en ello. Ahora me estás haciendo dudar seriamente de tu existencia. ¿Es eso lo que pretendes? Me estás volviendo loca con tanto vuelco. No...no puedes ser tú. Y si no eres tú será la casualidad. Me había llevado bien con ella hasta ahora. Pero sé que no tiene la culpa. Lo hace sin querer.

jueves, diciembre 9

Diálogos II

- ¿Por qué?

- ¿Y por qué no?

- Porque realmente no lo piensas y tampoco lo sientes.

- ¿Qué sabes tú lo que yo siento y pienso?

- Te conozco mejor que tú, sé cómo piensas, puedo anticipar tus movimientos. Te observo y veo cada detalle de ti. Sé como eres y me entristece pensar que tú no, no eres capaz de mirarte con distancia. Si lo hicieras descubrirías que tienes más cosas de las que crees.

- Soy capaz de mirar más allá. Te veo a ti con infinidad de ojos.

- Pero no te miras con estos ojos. Interiormente no te conoces nada, sólo lo que ves en el espejo.

- El espejo me dice más cosas de las que crees. Me miro y me veo de verdad.

- No, eso no es cierto y lo sabes. Tus ojos aún tienen el velo de las sombras, no sé si aguantarían la intensa luz de la verdad. Yo me miro y no me veo, quizás esa sea la diferencia.

- Si no te ves...¿cómo puedes decir que tus ojos no te engañan?

- Puede que me engañen, de hecho estoy segura de ello, pero sé que si no me reconozco en el espejo no me estoy viendo yo misma, sino que es otra persona la que me observa, puedo juzgarme desde otra perspectiva completamente ajena a mí sin yo saberlo y puedo conocer cosas que ignoraría si fuera yo quien me mirara.

- ¿Y qué ves en mí?

- Mírate en el espejo y observa desde arriba.

miércoles, diciembre 1

El momento

Estás en la cama intentando dormir. Cierras los ojos obligado por un brutal cansancio. Calor, sueño, paz...pero no dejas de pensar. Ni siquiera a veces son pensamientos concretos, salvo uno "¿sentiré el momento en el que pase de estar consciente a la más profunda inconsciencia?" No para de revolotear por tu cabeza pinchando y ahondando en una herida que ya tenías, pues ya lo habías intentado antes. Quieres que desaparezca porque conoces el desenlace pero oh...iluso, crees que esta vez será diferente. No, no lo será y lo sabes perfectamente aunque quieras engañarte. Tu cansancio se vuelve más acusado, quieres dormir pero no puedes atento al momento clave. Parece que llega pero se va. Y así una y otra vez, hasta que no sabes por qué, el pensamiento desaparece y no queda más que una plácida explanada donde yacer en silencio a esperar.

jueves, noviembre 25

Cómo convertirse en una gota de agua

Afuera ya no hay luz. Hoy ha llovido en demasía. ¿Y qué hacía yo? Sólo observaba cómo la lluvia no conseguía penetrar allí donde caía. Se deslizaba suavemente gota a gota hasta llegar al suelo donde yacía jadeante del largo viaje. Me hipnotizó tanto que me convertí en agua. Volé hasta la nube más próxima esperando mi momento. Las demás gotas no paraban de lanzarse y yo, extrañamente impaciente, no podía aguantar más, así que me lancé. No era mi tiempo para caer, el viento lo sabía y la tierra también por lo que, orgullosos, no quisieron dejarme hacer mi camino y me devolvieron mi banal cuerpo.

Ahora espero frente a la ventana a que vuelva la lluvia.

lunes, noviembre 22

Atrapadas

Estancada...sólo falta el final y me es imposible sacar las imágenes de mi cabeza para convertirlas palabras en el papel. ¡Qué destino más cruel el mío! Están ahí pero...se esconden.

Salid.

viernes, noviembre 19

Relato (cuarta parte)

Pronto Julia empezó a familiarizarse con todo. Hablaba con el bosque. Él lo era todo y a la vez no era nada. Solía notar su presencia a pesar de la inmensidad del terreno. Notaba que estaba ahí, le sentía cuando una brisa cálida le acariciaba o incluso cuando reía le sentía, pues la luz se volvía más blanca. Él la guiaba a veces a lugares donde nadie había estado. Julia se abrumaba por tanta belleza. Pequeños mareos la invadían el cuerpo cuando se encontraba con algo que nadie nunca antes había visto; sus ojos eran los primeros en posarse. Nunca había necesitado mucho para ser feliz, lo ostentosamente material no la interesaba. La gustaba pasar por el mundo disfrutando de las pequeñas cosas que la rodeaban, había mucha magia en todo, pero era necesario prestarle un poco de atención. Estos pensamientos ya no estaban sólo en su cabeza, ahora los compartía. Compartir lo que rondaba por ahí...eso no lo había hecho antes, nadie se paraba a escucharla de verdad.

Así pasaron los días. Aunque no se pudiesen comunicar con palabras, en el silencio conversaban horas. Existía entre ellos una gran conexión. Una noche, él quiso guiarla hasta un pequeño lago un tanto escondido y que aún no la había enseñado. La condujo con nerviosismo hasta él. Debido a ello, se equivocó de camino unas cuantas veces. Tenía demasiadas ganas de que lo viera. Llegaron por fin y Julia se quedó ensimismada mirando la escena. La luna se intentaba abrir paso apartando las ramas, pero sólo conseguía que una pequeña parte de su resplandor llegara hasta el agua. Deleitándose con el reflejo no se dio cuenta de que crecía. Cuando se quiso dar cuenta, una figura de agua con forma humana estaba frente a ella.

Julia se quedó sin aliento, no sabía qué hacer ni qué decir, sólo le miraba. Se miraban con tanta intensidad que ya no sabía dónde estaba. Iba a decir algo, para ese ser aguado la hizo callar suavemente poniendo su mano sobre sus labios. Nada más tocarla supo quién era él. Aún no se quitaban los ojos de encima, no podían dejar de asombrarse de la belleza del otro, pensaban que si parpadeaban se perderían algo. Ella le acarició la cara, quería sentir su calor. Él se estremeció al notar el suyo. Cada vez se tocaban más, estudiando el cuerpo del otro con avidez. Se besaron con una sed impropia. Nada existía ya, sólo ellos, sus bocas y sus manos. Extasiados, se volvieron uno solo, con un mismo movimiento y un mismo aliento cada vez más rápido; hasta que al llegar al éxtasis, el agua perdió su forma para convertirse en pequeñas gotas sobre el cuerpo de Julia que no pretendían moverse de allí.

jueves, noviembre 18

Relato (tercera parte)

Mientras, en la aldea, los vecinos estaban traumatizados por la muerte de Ivana. Y el alcalde convocó una asamblea para decidir qué se podía hacer y calmar un poco los ánimos de todos. Muchos de los habitantes decidieron mantenerse al margen, porque aunque en el fondo sospechaban quién había sido la culpable, algunos sentían terror de que algo pudiese pasarles si acudían a la reunión pues corrían rumores de que la señora Julia era una bruja y otros no iban porque le tenían cierta simpatía no confesada. Aún así, uno de estos últimos, el señor Guillermo, el carpintero de al aldea, decidió asistir con el fin de dar un poco de sentido común.

La iglesia fue el lugar de encuentro. Todos se sentían a salvo allí de los rumores de brujería. El marido de Ivana no dejaba de repetir mecánicamente las mismas palabras. Todavía no se creía que su esposa no fuera a gritarle nunca más. Él fue quien la encontró cuando, al despertar e intentar tocarla como todas las mañanas, se topó con la cama vacía. Sorprendido, la llamó por la casa y al ver que no obtenía respuesta salió a buscarla. La leña estaba a medio cortar. "Qué extraño" pensó y siguió andando sospechando que algo pasaba. Y allí se la encontró, en la puerta de esa vieja chiflada, rodeada de sangre. Esa imagen y la fuerte luz de la mañana que hacía que el rojo fuera aún más brillante le hicieron vomitar sobre su propia esposa, algo de lo que nunca se recuperaría.

Las voces de la multitud le hicieron volver a la realidad, a la asamblea. En ese momento el alcalde se ponía en el centro del grupo y alzaba la voz para que se le oyera mejor.

-Buenas noches a todos. Como ya sabéis, la señora Julia ha matado a nuestra vecina Ivana. ¡Silencio! Y estamos aquí para decidir qué hacer al respecto. Las pruebas están claras y el castigo también, por lo que no nos llevará mucho tiempo.

-¡Un momento!- un grito se abrió paso hasta el centro. Era Guillermo, el carpintero- ¿Cómo podemos tenerlo tan claro? Es evidente que la muerte y la desaparición están ligadas, pero ¿y si no hubiese ocurrido como piensan?- su voz temblaba ligeramente. Era consciente de que en el pueblo le tomaban por raro, no muchos querían hablar con él y su carpintería prácticamente siempre estaba vacía, por lo que sus palabras no serían bienvenidas.

-¿Piensan?- escupió el alcalde con fuerza- ¿acaso usted no ve las evidencias?

-No puedo estar de acuerdo cuando ni ustedes mismos lo tienen claro. Sólo quieren una excusa para acusar a la señora Julia. Siempre la odiaron.

-¿Cómo osas? Esa mujer chupaba nuestras energías, por su cuerpo sólo corría viejo veneno y maldad. Estaba podrida al igual que toda su estirpe. Nunca nos agradeció que la acogiéramos en la aldea cuando apareció aquel día harapienta y casi inconsciente. La cuidamos y la atendimos como si hubiese nacido aquí, la dimos una ocupación y una casa, y aún así lo único que tenía para darnos eran malas miradas.

-Lo único que hicisteis fue controlarla. Habíais oído hablar de ella y de las riquezas que se decía que poseía. Esos rumores corrían por todas partes. La fuisteis apagando poco a poco hasta que casi no quedó nada de esa pobre mujer, tan sólo una sombra. Se deslizaba por aquí como si en realidad no existiera. Malditos ambiciosos, vosotros sois los asesinos. Vuestro corazón está podrido y vuestra alma sucia.

-¡Silencio! Es suficiente palabrería por hoy. Alguacil, llévatelo de aquí y enséñale que no es necesario hablar más de la cuenta.

La cara del carpintero se volvió blanca. No opuso resistencia pero no permitió que el alguacil le pusiera una mano encima, y antes de irse miró al alcalde con fuego en los ojos y le escupió sobre los pies.

-Muy bien, ahora que ya no hay distracciones, vayamos al asunto que nos ocupa. Esa vieja bruja ha matado a una amada vecina y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Sabemos perfectamente dónde se esconden las practicantes de magia negra. Tenemos que ir a por ella.

-¡¡Que lo pague!!

Y así, delante del altar se planeó un asesinato que hizo estremecer hasta a la propia virgen, de cuya mirada acusadora nadie se percató.

miércoles, noviembre 17

Relato (segunda parte)

Con valor, dio el primer paso para adentrarse en el bosque, y una vez dado el primero los demás llegaron solos, como si fueran todos parte de una melodía que fuera necesario terminar con urgencia. Así entró en un mundo nuevo. No veía nada a causa de la oscuridad y habían dejado de oírse todos los ruidos imaginables. La falta de luz y el silencio eran aplastantes. Tenía que andar a tientas y muy despacio. Poco a poco, sus ojos se fueron haciendo a la nueva situación; ayudó que a lo lejos se divisara un claro, el lugar donde decidió que pasaría su primera noche.No sabía por qué pero se sentía demasiado cómoda en ese claro. Como si una mano la empujara, se tumbó y cerró los ojos casi al instante hasta que se quedó dormida. Soñó. El sueño fue muy extraño, casi vívido. Colores irreales convivían con sonidos imposibles y formas impactantes. Despertó como por casualidad, pensando que aún soñaba pues los rayos de luz que se colaban entre las ramas daban al lugar un aspecto mágico, muy distinto al de la noche.

Disfrutaba de su tan deseada soledad. Siempre se preguntó por qué la gente utilizaba su tiempo con el fin de evitar estar sola. Recorremos nuestras vidas de la mano de alguien que a veces ni soportamos. Es mejor andar solos y tener las manos libres ya que el que va a tu lado puede hacerte tropezar. Hay muy pocas personas con las que merezca la pena caminar, puede que te encuentres una o dos, no muchas más. Pero mientras llegan...la soledad es buena acompañante. Te da conversación.

Cuanto más miraba el lugar donde se encontraba, más feliz se sentía. Sonrió, rió...rió tanto que su risa inundó el bosque y lo hizo brillar con más intensidad. La luz se hizo casi cegadora. Esa luz hizo que se percatara de todo su cuerpo. Su pelo había crecido, ya no era blanco. Y sus piernas...¡sus piernas! no tenían arrugas, eran jóvenes de nuevo. "¿Sigo soñando?" pensó asustada. Se levantó nerviosa intentando pensar con claridad, era consciente de sí misma pero a la vez no pertenecía a ese cuerpo. Entonces una brisa surgida de ninguna parte la hizo tranquilizarse pues la envolvió de una forma tan cálida que todos sus temores y miedos desaparecieron; sus dudas se resolvieron y volvió a reír. Ese bosque...poseía una esencia muy fuerte, tanto que la hizo rejuvenecer al sonido de su risa, tan pura y tan sincera que él quiso mostrarla tal y como había visto en ella. Julia ahora era un espejo de todo lo que realmente era, así la veía el bosque y así quería que se viera ella.

Julia, sintiendo que traicionaba a su razón, pensó que quizás podría comunicarse con el bosque, aunque no sabía cómo. La sola idea de estar planteándose eso la hizo pensar que era una ingenua, pero en el fondo una voz la decía que allí había algo que no comprendía del todo. Un "¿quién eres?" en el aire se perdió, pues no hubo respuesta. Decepcionada, no paraba de pensar si era invención de su mente. No sabía si seguía soñando. Pero esa brisa...tenía que ser real. Entonces como guiada por una fuerte intuición se dio la vuelta y allí, bajo un único rayo de luz, crecía un árbol a una velocidad imposible. Creció tanto que cuando se detuvo la fruta ya estaba madura, lista para satisfacer a cualquiera. "Qué hermoso. Gracias". se la escapó sin querer. Y cuando se dio cuenta de que le había hablado al bosque, una fruta cayó justo entre sus manos. No, no estaba soñando.

Los días siguientes se dedicó a merodear por el bosque, ya no le intimidaba su imagen oscura. Éste siempre la observaba a donde fuera fascinado. A ella le sorprendían pequeñas cosas que para él eran de lo más normal; un árbol con infinitas ramas o un rayo de luz solitario se convertían en maravillas para Julia. Él veía cómo sus ojos brillaban ante tales escenas y le encantaba que una mirada pudiese expresar tantas cosas.

martes, noviembre 16

Relato (primera parte)

Decidió irse aquella noche. Recogió las pocas pertenencias que le quedaban sin hacer apenas ruido, como si sospechara que alguien pudiese estar al otro lado de la puerta queriendo escuchar. Quería ir con cuidado pero sus pasos delataban las ansias de marcharse. Lo había imaginado tantas veces que ahora que estaba pasando le parecía algo irreal, se pellizcó llevada por el temor de estar soñando pero se volvió a ver frente a la mesa de la cocina junto al fardo casi listo. Lo terminó despacio y, cuando lo hizo, un brillo totalmente irracional iluminó sus viejos ojos. ¿Se lo parecía o era el equipaje más perfecto que había visto? Se estaba dejando llevar como una niña emocionada. Lo cogió casi temblando y se dirigió a la puerta, pero antes de alcanzarla sintió una punzada de vacío, había olvidado algo que era muy preciado para ella. En su cama lo encontró, bajo el colchón, el poema que su nieto le había escrito:

"Tengo frío
pero no me importa,
adoro ver el mar,
tan inmenso, tan bravío...
él no tiene tiempo de llorar".

No necesitaba ponerle frente a ningún espejo para descifrar lo que ponía aquel trozo de papel, pues de memoria se sabía cada palabra y cada verso escrito en él. Su querido nieto lo había escrito de tal modo que sólo ella pudiese leerlo, ya que nadie más conocía el truco para descubrir lo que allí había.

Ahora que lo tenía todo ya podía irse, así que sin dilación y con mucho cuidado abrió la puerta y salió de la casa. El fresco aire de la noche la golpeó en la cara, pero no era hiriente sino más bien una suave caricia que dejaba restos de libertad. Respiró hondo, quería disfrutar del embriagador aroma que por última vez le iba a dejar la aldea. Sin querer unas lágrimas quisieron asomarse y deleitarse también de la brisa nocturna, pero no tuvieron oportunidad pues el aroma se volvió insoportable cuando el silencio se rompió. Se oyó un golpe seco que venía de no muy lejos, lo que la hizo quedarse muy quieta, respirando con dificultad. No podía acabar todo en ese momento, ni había salido de la aldea. "¿Quién podría estar merodeando a estas horas?" se dijo Julia angustiada. Se aferró al pensamiento de que podría tratarse de un animal para calmarse un poco, un lobo o tal vez una oveja que se había salido del redil. Otra vez ese sonido. Su corazón latía con fuerza. Volvió a oírlo. Parecía que estuviese allí mismo, a su lado. Esta vez iba acompañado de un gemido. Sus pensamientos tranquilizadores ya no servían de mucho. Le costaba tanto respirar y su corazón latía de tal manera que sus manos se agarrotaron, haciendo que lo que tenía sujetado tan fuertemente se precipitara hacia el suelo emitiendo un ruido lo suficientemente fuerte como para que lo oyera la persona que andaba por allí. Presa del pánico, no era capaz de salir corriendo, tan sólo se quedó mirando el fardo tirando en el suelo; ahora ya no era perfecto, sino el más horrible que hubiese visto. 

Unos pasos se acercaron al lugar.

- ¿Quién anda ahí? ¿Señora Julia, es usted?- sus pasos cada vez eran más enérgicos hasta que se detuvo frente a Julia, a la que se encontró con las mejillas empapadas y mirando pero sin ver nada lo que parecía ser un montón de trapos tirados en el suelo.

-¿Qué ocurre aquí?- dijo con más enfado que curiosidad- ¿Iba a huir?- los ojos de Julia se clavaron en ese momento en los de su vecina. Ella no iba a huir, iba a ser libre. - ¡Ja! ¿Y a dónde? Recuerde que si no fuera por nosotros estaría usted aún sola y vagando por ahí, no tiene a nad...

Todo ocurrió muy deprisa. Después de atizarla con un tronco que encontró apostado al lado de la puerta, echó a correr tan rápido como sus ancianas piernas se lo permitían; pero cuanto más veloz deseaba ser, más pesada se sentía. Antes de que el cansancio pudiera con ella, exhausta y sin aliento, ya había alcanzado su destino. Miró hacia atrás por si alguien la seguía. No sabía si la había visto alguien. Pero eso ya no importaba, en unos segundos iba a desaparecer. Se inquietó al ver que era más oscuro de lo que parecía de lejos. Nunca había entrado, en realidad ni ella ni nadie que conociera. La gente tenía miedo a ese bosque, pues se decía que allí dentro en noches de luna llena las brujas celebraban sus aquelarres de los que incluso las ánimas se escondían. Más de uno llegó a jurar que había oído sus frías risas. 

A pesar de las leyendas que pesaban sobre ese bosque, Julia ya tenía decidido que sería su hogar. Lo supo desde siempre pero aún no había tenido la oportunidad de disfrutarlo. Quería escapar de aquella gente vigilante constantemente de todos sus pasos, hipócrita en cada palabra, cada gesto; eternamente artificial, como hechos a medida por un carpintero con los restos de su pobre taller.


sábado, noviembre 13

Estatua de sal

Qué horrible sensación al ver decepción en los ojos a los que miras. Qué horrible cuando esa mirada la has provocado tú. Se crea una lluvia en tu interior que lo único que puede hacer es salir sin poder retenerla. Y pensar que podrías haber evitado todo si no te hubieses dejado llevar...pero lo hiciste y sus ojos pesarán en tu conciencia.

Lo ves desde lejos y te das cuenta de que es un bucle. Estáis metidos por igual en esa situación, vuestros actos os han llevado hasta allí. Pero te das cuenta también de que nada justifica nada y que lo mejor que puedes hacer es no volver a mirar atrás, aunque te cueste y aunque mientras camines hacia delante, te sigan pasando imágenes que has dejado lejos sin que tú lo quieras. Sé como la esposa de Lot y no mires atrás a sabiendas de que si lo haces te convertirás en una estatua de sal.

Aunque al final...ella lo hizo.

viernes, noviembre 12

Grito

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA...AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
A AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
A AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
A AAAAAAAAAAAAAA...AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAaaaaaaa...aaaaa...aah.

jueves, noviembre 11

Una noche

La cerveza se había terminado, pero la conversación aún seguía. No veían el momento para marcharse de allí y estudiarse nuevamente. No querían que fuera algo forzoso ni brusco. "¿Nos vamos de aquí?" "Sí, vámonos". Su voz dejó escapar un ligero tono de deseo que él notó. Buscaron sus manos en el coche y ambos condujeron hacia ese lugar que sólo existe entre ellos. Allí nadie puede verlos, al arrancarse la ropa se vuelven invisibles para el resto...sólo pueden verse el cuerpo el uno al otro. Y así lo hicieron. Una vez más, y como si fuera la primera vez, se recorrieron con ansia la piel con las manos, con la lengua, dejando un surco de agua en un cuerpo sediento. Oyó que la miraba. Sus ojos siempre habían sido un abismo por el cual caerse. Se dejó caer y caer...cayó tanto que durante un instante murió un poco y gritó. Hasta que ambos, sin aliento, volvieron a la superficie envueltos en sus brazos.

martes, noviembre 9

Regalo vendas para andar a tientas

He despertado con una venda que cubre mis ojos,
siempre he sabido que está ahí
pero nunca he querido tocarla.

El miedo, a veces, es aterrador
y consigue convertirte en un muñeco,
movimientos limitados,
mirada perdida
y cabeza fría.

El viento ha guiado mi mano
o quizás un impulso,
ahora sé lo que poseo.

Lo regalo a cualquiera que lo anhele,
si quieres ceguera te la ofrezco, 
también regalo ignorancia,
pasos inciertos son tuyos.
Ya no los quiero.

lunes, noviembre 8

Divergencias

A veces un pensamiento se cuela en mi cabeza y le salen raíces. Estas raíces pueden llegar a ser muy profundas, por lo que no muchas veces puedo seguirlas. Estas raíces crecen...les salen ramas que divergen unas de otras. Un pensamiento puede tener tantas deformaciones desde su origen que me asusta pensar que sólo pueda llegar a centrarme en la completamente incorrecta. ¿Cómo saberlo? Nunca podré. Cuando pienso algo, no sé si es cierto o no. En ocasiones puedo darme cuenta de mi irracionalidad pero aún así hay una parte que me dice "¿y si es así?" Un doblepensar, imagino.

Odio seguir caminos incorrectos. Odio que las ramas crezcan tan rápido que me pierda en mi razonamiento. Me gustaría poder verlo siempre desde lejos, fríamente y cogiendo distancia.

Así, sí.

Pero qué difícil no dejarse llevar por la locura. Decía Heine que la verdadera locura era la sabiduría misma. Realmente lo creo. Siempre me ha gustado más hablar con un loco que con un cuerdo. Los últimos son menos interesantes. Ven la vida como todas las demás sombras que pululan a mi alrededor. El que sufre de locura puede ver con los ojos cerrados. Pruébalo. Cierra los ojos y dime qué ves.

"Para verte como yo quería, era necesario empezar por cerrar los ojos". 

viernes, noviembre 5

Nada

Si el aliento se me corta en sueños...¿para qué volver a la realidad si está lloviendo?

jueves, noviembre 4

Capítulo siete

Tengo que coger un autobús. Me llevo un libro por si en algún momento un asiento se queda solo y triste, y me permite hacerle algo de compañía mientras le leo algo del señor Cortázar. La rayuela me lleva al capítulo siete. Nada más leer la primera frase sonrío para nadie que esté por allí cerca. La recuerdo tanto que se me había olvidado su existencia, pero aparece muy clara ahora. Sigo leyendo. Cada frase, cada palabra me recuerda que en un momento dado quise mostrar algo que no conseguía expresar, pero este buen argentino me ayudó a ello. Habla sobre un pequeño gesto que, a pesar de lo efímero, consigue estremecer.

Me llevo el libro para volver a enseñarlo, preguntándome si la memoria de los demás funciona de forma similar a la mía. ¡Maldición! Supongo que no todo el mundo es capaz de esbozar una sonrisa por la misma prosa, aunque se haya compartido en el mismo momento. Supongo que si el que leyera el libro no fuera yo, no se hubiese parado a disfrutar tanto del capítulo siete.

martes, noviembre 2

No me quiero despedir todavía

No puedo despedirme si no sé que te vas a ir.

Creemos que esa ida no ocurrirá en ese momento. ¿Y si no es así? ¿Y si a esa persona de la que te has despedido de una forma un tanto superficial no vuelves a verla nunca? Las despedidas deberían ser más emotivas. Quizás te esté viendo hoy, pero quién sabe lo que pasará mañana.

Tú siempre dices que puedes aproximar lo que va a ocurrir si hay una tendencia a ello. Tiendo a vivir, pero no creo que ocurra para siempre. Tampoco me gustaría, sólo lo justo y necesario para poder decir que ya he vivido lo suficiente. Los Dúnedain tenían la capacidad de morir cuando lo creían conveniente (si es que llegaban a edades avanzadas). Siempre me pareció muy poético poder decir "hasta aquí, ya no me queda nada por hacer porque ya lo he hecho todo, creo que he sido feliz y me voy con ese recuerdo".

Leí una vez que la agonía de la muerte eclipsaba toda la luz que te había acompañado a lo largo de tu vida. No sé dónde lo leí, sólo sé que me acuerdo de haberlo leído y asentir con la cabeza.

jueves, octubre 28

Intentar comerse un kiwi con piel

Las 11. Me revuelvo un poco entre las sábanas y disfruto un poco más de su calor. 11.30. Con un esfuerzo sobrehumano consigo liberarme de la cama. Entonces pienso "¿por qué? si estaba allí realmente bien", otra voz contesta "abre la persiana, mira afuera y verás el por qué". Lo hago, la luz me golpea en los ojos, pero es sólo un instante, se acaban acostumbrando. Desde que he vuelto a casa siempre hay luz blanca por las mañanas. Inmediatamente entro en un estado de indiferencia total. Todo lo que pretendía hacer esa brillante mañana se va a la mierda por mi tremenda vagancia. Intento leer, me asombro de que me interese tanto lo que leo, por desgracia no estoy acostumbrada a que estudiar sea un placer. Y entonces de repente me veo intentando comerme un kiwi con piel. ¿Cómo he llegado allí? ¡Si el libro lo tenía entre mis manos! Ni me he dado cuenta de cuándo lo he soltado. Vuelvo a su lado y lo encuentro temblando por mi desaparición tan brusca. "Lo siento, no quería irme así" le digo con la mirada. Sé que me entenderá, pero tardará mucho en olvidarlo, quizás no lo haga nunca. Pero encuentro algo de inspiración en el aire y no llego a tocarle. Como siempre que me posee la inspiración, se me nubla la vista y me olvido momentáneamente del resto de seres. Así que necesito escribir donde sea: en un papel, en el suelo, en el ordenador o de forma inconsciente en una pizarra de aire. Y me pongo a ello.

"Las 11. Me revuelvo un poco entre las sábanas..."

martes, octubre 26

Diálogos

- ¿Es usted la señorita X?

- Sí, soy yo.

- Tengo algo que ha perdido.

- Me temo que no he perdido nada.

- Busque bien. No, con esos ojos no. Para verlo, tiene que empezar por cerrar los ojos. ¿No nota que le falta algo?

- Tengo la sensación de que...

- Sshh, no lo diga; se irá para siempre.

- Está bien. ¿Cómo puedo saber que no he perdido la poca cordura que me quedaba? Me parece algo inverosímil y a la vez sé que es cierto.

- A veces etiquetamos de imposible aquellas cosas que no tienen explicación lógica. Ésta es un invento de los hombres. ¿Quién decide los parámetros entre lo ilógico y lo que no lo es? Puede que mi raciocinio diste mucho del suyo, y el suyo del mio, pero pueden ser igualmente válidos los dos.

- Entonces...¿la he perdido de verdad? Eso me dice mi razón, aunque mi otra razón, la impuesta, cree que no es posible.

- Sí, la encontré tirada y tiritando en un callejón dos calles más atrás. Desgraciadamente me he encontrado con muchas. Se tiene la terrible impresión de que estarán ahí para siempre, pero déjeme decirle una cosa, si no la cuida, se irá. Tal y como ha hecho con usted. No hay que olvidar que está ahí, dentro de su cuerpo, viviendo lo mismo, viendo lo que usted. Lo que hizo fue olvidarla y dejar de cuidarla, dando por sentado que siempre estaría. Me he encontrado con muchas y a todas les había pasado lo mismo.

- No sé qué decir. No noté mi alejamiento ni mi pérdida, pero me siento vacía, sé que me falta algo muy grande. ¿Cómo puedo recuperarla?

- No puede, ya es tarde para ello. Debió haberle dado el valor que tenía. En cambio prefirió no escuchar sus gritos.

- Pero...ahora sé que no está. No puedo vivir con ese vacío en mi interior. Es demasiado. ¡Tiene que haber una manera de recuperarla!

- Con el tiempo, quizás pueda volver. Sólo con el tiempo. Su mente tiene que volver al equilibrio, si cierra los ojos tiene que poder ver, en el silencio escuchar y en el ruido captar lo que no se dice. Si es capaz de merecerla, ella volverá. Pero de mientras, yo la cuidaré. Estará a salvo.

Y así le vio alejarse, desaparecer calles más allá hacia la nada, llevando en sus brazos su alma perdida.

lunes, octubre 25

Las nubes no pueden tapar las heridas del cielo

El cielo parece que muere,
sangra mientras yo respiro para verlo.
Una espada acaricia su nombre,
dejando un surco de tinta roja.
A cada instante hay menos luz
y cada vez más sangre;
cuerpo inerte contemplando la agonía,
hipnotizado por la masacre.

viernes, octubre 22

Descripción de un juguete que deforma la realidad

Tengo una cámara que no hace fotos, atrapa momentos. Los colores se vuelven imposibles, los rojos ya no son rojos, ni los azules fríos; se crean nuevos colores cada vez que suena "click".

Cuando atrapa momentos, lo hace en un instante. A veces acabas por olvidarlos, pero al verlos, los vuelves a recordar como si lo estuvieras viviendo allí mismo, gracias a ese pequeño juguete que te sirve de pseudomemoria. Una caja donde encierras efímeramente tus visiones del mundo. Que son muchas. Tantas que en ocasiones no caben todas en un mismo "libro".

Tengo un problema...y es que no sé hacer fotos a la realidad, sólo a mis visiones. Por suerte, la tengo a ella.

martes, octubre 19

Regreso

Cuando el caminar se tornó sereno, fue momento de volver. Apenas había disfrutado de la libertad, el tiempo pasó demasiado rápido en tu compañía, como tantas otras veces cuando nos encontramos con la madrugada.

Los días pasaron, uno tras otro, y ninguno era igual, aunque el objetivo siempre era el mismo: andar hasta alcanzar ese sitio que llaman Santiago, aunque suele cambiar según quién hable de él. A mí me gusta llamarlo Final, a pesar de que el fin del mundo se encuentre un poco más allá.

Me costó mucho llegar al Final, múltiples dolores tanto físicos como psicológicos me ponían obstáculos una y otra vez. Mi cuerpo siempre tenía algo nuevo que decirme y mi mente siempre me contaba lo mismo. Por suerte, también en mi mente y a veces fuera de ella, había una voz que me decía algo totalmente distinto. A veces susurraba, otras me gritaba de tal forma que todos podían oírla. Aunque sólo aquellos que realmente escuchaban...que lamentablemente eran pocos por allí. Pero los que allí estaban escuchaban no sólo con los oídos y no veían sólo con los ojos, iban más allá.

"Lo esencial es invisible a los ojos" que decía el Principito.

Legué al Final. Llegué y aún no lo asimilo del todo. Tanto tiempo esperando que necesito aún más tiempo para verlo de lejos.

lunes, septiembre 20

En 1984 ocurrió todo

Y de repente la sangre se mueve a más velocidad de lo normal, los latidos se sienten más fuertes y parece que el corazón fuera a salirse del pecho, porque no tiene espacio para retorcerse dignamente en proporción a la angustia que siente. Es de repente, sin avisar, sin que pase nada, sólo de repente noto cómo se me va la cabeza al infierno, un lugar donde el tiempo no corre cuando quieres que pase más deprisa, donde el cielo tiene ese color que no soportas, la gente decente se funde y los indecentes viven para siempre. Es allí donde está mi cabeza ahora, quemándose poco a poco sin llegar a consumirse del todo.

Mis movimientos se tornan extraños. ¿Desesperados quizás? No puedo dejar de moverme, creo que si estuviera quieta...

Y tal como viene se va. Dejando un pequeño rastro de inexistencia y vergüenza. Intento hacer como si no pasara nada, pero mi doblepensar aún no es lo suficientemente fuerte como para engañarme a mí misma sobre esto. Debería volver a leer "1984" y aprender de la sociedad del Gran Hermano, continuo engaño, continua ingenuidad. Gran libro. Sólo una mente perturbada podría haber escrito eso.

domingo, septiembre 19

Preguntas

Sentada en una postura imposible sobre una silla, con la mirada perdida pero realmente en su sitio, levantó los ojos y se oyó una pregunta:

- ¿En qué piensas?- dijo al verla fijar sus ojos en un lugar imaginario.

- En todo y en nada- respondió ella ambiguamente.

Le gustaban las respuestas ambiguas. Vivía de ellas, eran su alimento. Una respuesta de ese tipo equivale a no tener que mostrar lo que tienes dentro, algo que a ella le resultaba harto complicado. En ese caso, no podía decir lo que rondaba en su cabeza, ni le salían las palabras ni era el momento para ello, la luz tampoco era la adecuada y la temperatura era más baja de lo normal. No, no era el momento o quizás eran un millón de excusas para hacer que no lo fuera. Qué importa. Prefirió optar por la respuesta que no era respuesta.

Además, no era quien esperaba que la preguntara. Era otro rostro, con otro nombre y por mucho que le mirara, seguía siendo el mismo.

viernes, septiembre 17

Maldecir

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar" pienso y recito de memoria, aunque no consigo recordar mucho más.Ah, sí, seguía: "al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar".

En unos días me convertiré en peregrina, algo que siempre había deseado. Poco a poco se van cumpliendo cosas que uno lleva a rastras en su cabeza y que se ven demasiado lejanas, como planes nunca realizados, algo utópicos. Aunque nunca me gustó planificar. Planificar significa atarte a una idea, pensar que va a ocurrir cuando sabes que no puedes controlar las infinitas variables que hay a tu alrededor y conspiran para que nunca pase. Prefiero dejar simplemente que venga. No se me podría tachar de estoica.

En unos días, maldeciré ser peregrina.

martes, septiembre 14

Espejos

No sé si soy yo o quién es la que vive en mí. Cuando me miro al espejo a veces no me veo. No reconozco mis palabras cuando salen de mi boca. Ni sé lo que palpo cuando mis manos recorren cualquier superficie. Quiero ser yo y no otra. Que mi mente no me engañe más en este juego de paranoias imposibles, pues puede que un día mi cabeza sea débil y se deje llevar por el engaño ocasionando innumerables destrozos y entonces todo será nada y lo que pensé que era real se tornará mentira en una hoguera de recuerdos.

Quitaré los espejos de mi casa, por si acaso...

domingo, septiembre 12

Ojos cansados

No sé qué pasa porque no lo entiendo del todo. El cielo antes estaba oscuro y en un momento logramos ver el sol naciendo otro día más. ¿Uno más? No busco la perfección, un día perfecto no es aquel donde no pasa nada malo. Creo en la imperfección como forma de vida y no por conformismo. Lo perfecto aburre, no tiene contrastes de ningún tipo. No puedes discernir entre algo bueno, algo extraordinario y algo normal en un día perfecto, porque todo es a tus ojos maravilloso. Me gusta tener que descubrir cuando lo vivo qué es cada cosa y tumbarme en la cama con una sonrisa en la boca pensando que, a pesar de que se haya nublado un poco, la luz ha sido más fuerte.

viernes, septiembre 10

Algo azul entre gigantes

Me levanto sumamente pronto y no me encuentro en mi casa. Todo está distinto. Mi cama no es mi cama, mis paredes no son verdes, mi soledad no está. Mis ojos se acostumbran a la tenue luz que llega por el resquicio de la ventana. Otra vez esa luz blanca de la mañana que tan pocas veces soy capaz de disfrutar. Me levanto con dificultad en aquel sitio extraño pero a la vez tan acogedor. La lejanía ha desaparecido un poco, pero aún veo su sombra persiguiéndome. No quiero que me encuentre, intentaré correr y me iré lejos de la lejanía. ¿Cuánto de lejos tengo que irme para estar lejos?

Cogí el coche tras una breve despedida entre todo tipo de ruidos nuevos para mí. Y me fui, lejos, muy lejos. Me fui donde esa casa azul que tantas veces he visto. Hasta allí huí para verla intentar crecer entre dos gigantes sin conseguir siquiera un mílímetro de más. Una lucha eterna. La inmortalicé, pero nunca consigo crear lo que veo. La maldición de ver la realidad de otra forma, de dejarte engañar (o no) por los sentidos.

La inmortalicé, qué importa. Ahí quedará hasta cuando ya no me acuerde de ella.

domingo, septiembre 5

Un día

Recuerdo que hace un par de veranos una mujer, indigente, se apostó en un banco que hay en un parque justo en frente de mi casa. Se quedó allí durante unas semanas con su perro, su saco de dormir y sus pocas pero valiosas pertenencias, pues eran las únicas.

Entonces un día una mujer se la acercó para hablar con ella. Iba todas las tardes a pasar un rato con la señora que había hecho del banco su cama. Parecía que se entendían. Yo, por mi parte, simplemente observaba desde lejos. Cuando me levantaba siempre esperaba verla en el banco. Era algo tranquilizador lo que me inspiraba esa mujer, pero nunca me acerqué. Estaba ahí, muy tranquila, sin molestar a nadie, hablando, intentando vivir su vida (no sé si por elección o por las circunstancias, siempre me quedó la duda).

Esa mujer tenía algo, un halo por el cual destacaba. Y sólo una persona se "atrevió" a dar el paso y hablar con ella. ¿Prejuicios? Es lo más probable. Cuando ves a alguien de esas características normalmente la primera reacción es alejarse, pensando que no es buena persona. ¿Pero cuál es el criterio para decidir si alguien es bueno o malo?

Un día, desperté y aquella mujer se había marchado, dejando el banco, el parque y mis mañanas vacías.

jueves, septiembre 2

Corto

Mi cabeza anda en otro sitio. Hay algo que me impide centrarme, pero por más que busco no sé lo que es. O sí lo sé, pero no quiero darme cuenta de ello puesto que es algo conocido y debería alejarlo. Alejar palabras y pensamientos. Alejar cultivos de frutos sin sentido.

domingo, agosto 29

La luz de la mañana

Pocas veces puedo observar la calle temprano. No porque no quiera, sino porque mi vaga conducta me lo impide. Hoy ha sido uno de esos pocos días en los que me he levantado temprano. Y nada más despertar he abierto la ventana para observar.

"Los días tranquilos, transcurren serenos.
Tus pasos los míos, peinando el sendero
¿Quién dijo que los muertos
no iban a resucitar?
Hoy llego más puro que el agua mineral.
Tu cara, tu casa,
tu ojos sonriendo en mi cara
La brisa, la mañana, el sol por la ventana.
La calma, caricias, tu respiración..."

Las mañana son muy distintas a cualquier otro momento del día. Tienen una luz diferente, un sonido extraño. No sé si es porque las vivo pocas veces. Son blancas, silenciosas y limpias. No hay casi gente y por lo tanto tampoco ruido, la luz acaba de nacer y la percibimos más clara, el aire parece otro, como si se hubiese renovado durante la noche y fuese uno totalmente nuevo, esperando a que alguien le respire por primera vez.

Todo es calma y todo es blanco hasta que ese efímero momento pasa...y sólo podremos volver a verlo al día siguiente (si podemos).

sábado, agosto 28

La ventana

Hay demasiada luz. Mucha para ser un día así. Me llegan voces de gente totalmente ajena a mí, pero que me son incluso familiares. No sé si preferiría la oscuridad y la lluvia, un día gris. No lo sé. Tan sólo tengo claro que no quiero estar aquí, con esto, con algo que ni me interesa ni me mueve hacia ninguna parte. ¿Dónde están las cosas interesantes? Tengo la esperanza de que aún existen y me llevan esperando largos años. Como Penélope a Ulises.

Mierda, incluso he perdido la inspiración. Buscaré debajo de la cama por si, asustada, se ha escondido de mí.

jueves, agosto 26

"Vivo en la noche"

Me da igual. Sí, me gustó. Y mucho.

martes, agosto 24

Sin título

Creí ver algo de vida en esas miradas perdidas, pero sólo fue un espejismo de lo que mi mente no se llegaba a creer. La madurez, la sabiduría y casi el raciocinio habían desaparecido. Los movimientos ágiles, la cabeza más o menos en su sitio, ya no estaban...

Me asusté siendo consciente de que me pasaría a mí. Mi mirada también se perdería y no sabía ni siquiera dónde. ¿A dónde van esas miradas? ¿Las roba algún cruel ser que quiere todos los ojos sobre él? Alguien que necesita constantes atenciones por parte de insignificantes. No lo sé y supongo que no me importa. Hay cosas que desaparecen sin más y la respuesta con ellas.

Pero aún sabiendo que veían sin mirar, había algo que les delataba: y era esa esencia de experiencia y de haber vivido tanto que incluso los árboles les envidiaban. Por dentro estaban llenos de cosas inimaginables que sólo el tiempo te otorga. Todas conseguidas...todas algún día de nuevo perdidas.

Y es que la pérdida es cruel y te hacen sufrirla poco a poco.

                                                                                                    "Sólo son suspiros de una realidad difusa"

domingo, agosto 22

Cómo caer en una fracción de segundo

Instrucciones para que una nimiedad ensucie algo grande.

Lo primero es ser demasiado persistente. Llámalo así, llámalo cabezonería. Tanto que una pequeña parte de tu cuerpo, de la cual no sueles hacer mucho caso, acabe lastimada considerablemente. Como ese pequeño ser es irrelevante para ti, no le prestas demasiada atención a su desarrollo, con lo cual, se va deteriorando más y más por la falta de miradas.

Se iba muriendo porque nadie se acordaba de que existía.

Entonces, esa pequeña parte, cansada de tu indiferencia, decide reaccionar. ¿Cómo? Aquí viene el segundo punto: haciéndote gritar de dolor con un grito suyo. ¿Y cómo? Con obstáculos colocados estratégicamente. Algo que no ves, que no oyes, de pronto está ahí, lo ves y sobre todo lo sientes.

Y así, la parte que menos relevancia tenía, se convierte en algo principal porque grita y patalea, porque ahora dependes de ella.

viernes, agosto 20

Meditaciones a través de una fugaz mirada a un cactus

Me siento y miro al infinito, pero se interpone entre nosotros ese cactus que mi madre apostó en mi habitación, justo frente a mis ojos, y nunca quise. Entonces me pongo a pensar en todas las cosas que no quiero y acabo desesperándome al ver que son demasiadas.

"No es que esté triste, es que me acuerdo" resuena en mi cabeza con una voz que no es la mía, ni la de Sabina. Será alguna de mis voces, imagino. Siempre están por ahí.

No quiero que esté siempre ahí, ni saber que está; no quiero que no desaparezca, quiero que cambie (se me coló un "quiero"). Pero entonces pienso...¿sería yo así si mis "no quiero" no existieran? Ya lo decía el Salvaje en "Un mundo feliz": quiero sufrir, dudar de todo, no saber si mañana una mirada me hará levitar o llorar, quiero vivir con melancolía extrema. Decía justo lo que yo pensaba, nunca estuve tan de acuerdo con un personaje...y me asustó leer su final.

El caso es que disfruto más con este vaivén que con una continuidad. No quisiera vivir sólo con "quieros" porque entonces se convertirían en nada, necesitan su antítesis para seguir existiendo como tal.

Hoy es viernes.

miércoles, agosto 18

Después

No, no me importa. Bueno, quizás sí. La verdad es que tengo sentimientos encontrados. No me gusta ser egoísta, de hecho...creo que lo soy más bien poco, pero creo que es necesario a veces imponerse a lo que uno quiere y eso, en mi opinión, no es egoísmo.

La comprensión debería ir ligada a todo. Empatía me gusta llamarla. Entiendo lo que me dices, pero puede que no lo comparta, pero sé cómo te sientes y lo que piensas al respecto y por eso a veces dejo de lado mis propios deseos si considero que son menores y pueden aplazarse un par de días. Tengo paciencia. Esa que a veces se pierde. Sí, yo también la he perdido innumerables veces. En ocasiones nadie se da cuenta. ¿Por qué? Porque no lo muestro.

¿Quizás la empatía haga que uno mismo no sea capaz de expresarse? ¿Tantos sentimientos ajenos eclipsan los propios? Tengo que encontrar los míos. Sé que están ahí, pero a veces no les veo.

viernes, agosto 13

Jueves de Madrugada

Una frase y una mirada y la noche de repente se hizo día. Un silencio. ¿Por qué las palabras no brotaban de su boca? No podía decir nada, no sabía qué decir. Se lamentó por eso. Quería decir tantas cosas...que su boca enmudeció, como cuando el nerviosismo te invade y no te deja pensar.

Otro silencio.

Una mente llena de ideas que no pueden brotar. Estoy segura de que si se riegan acabarán asomándose, formando un frondoso bosque donde poder perderse sin medir el tiempo.

Tiempo...¿qué es eso? A veces no me doy cuenta de que existe, por eso cuando estoy contigo el tiempo me odia y pasa más deprisa, haciendo que dos horas parezcan dos minutos. Intenta llamar mi atención, vengarse de mí por esa indiferencia tan descarada. Y yo en realidad, sólo le olvido por si consigo que por un instante desaparezca.

miércoles, agosto 11

Miércoles por la mañana

En aquellos días...

Elegí ese título por diversos motivos:

1) No tenía ni la más remota idea de qué poner
2) Se me pasó por la cabeza un verso de un poema que leí hace tiempo.

Esos días son los que se recuerdan con menor exactitud, puedes modificarlos a tu antojo cambiando detalles que quizás no te gusten tanto y poniendo otros que te hagan recordar con una mejor sonrisa. Pintar el pasado podría llamarse. Llenarle de falsos colores, también. En definitiva, recordar sin querer verlo bien, enfundándote esa venda que sólo guardas para ocasiones especiales.

Y es que el pasado es sólo una sombra de lo que fue, con o sin venda, es difícil no cambiarlo incluso sin querer.