miércoles, noviembre 17

Relato (segunda parte)

Con valor, dio el primer paso para adentrarse en el bosque, y una vez dado el primero los demás llegaron solos, como si fueran todos parte de una melodía que fuera necesario terminar con urgencia. Así entró en un mundo nuevo. No veía nada a causa de la oscuridad y habían dejado de oírse todos los ruidos imaginables. La falta de luz y el silencio eran aplastantes. Tenía que andar a tientas y muy despacio. Poco a poco, sus ojos se fueron haciendo a la nueva situación; ayudó que a lo lejos se divisara un claro, el lugar donde decidió que pasaría su primera noche.No sabía por qué pero se sentía demasiado cómoda en ese claro. Como si una mano la empujara, se tumbó y cerró los ojos casi al instante hasta que se quedó dormida. Soñó. El sueño fue muy extraño, casi vívido. Colores irreales convivían con sonidos imposibles y formas impactantes. Despertó como por casualidad, pensando que aún soñaba pues los rayos de luz que se colaban entre las ramas daban al lugar un aspecto mágico, muy distinto al de la noche.

Disfrutaba de su tan deseada soledad. Siempre se preguntó por qué la gente utilizaba su tiempo con el fin de evitar estar sola. Recorremos nuestras vidas de la mano de alguien que a veces ni soportamos. Es mejor andar solos y tener las manos libres ya que el que va a tu lado puede hacerte tropezar. Hay muy pocas personas con las que merezca la pena caminar, puede que te encuentres una o dos, no muchas más. Pero mientras llegan...la soledad es buena acompañante. Te da conversación.

Cuanto más miraba el lugar donde se encontraba, más feliz se sentía. Sonrió, rió...rió tanto que su risa inundó el bosque y lo hizo brillar con más intensidad. La luz se hizo casi cegadora. Esa luz hizo que se percatara de todo su cuerpo. Su pelo había crecido, ya no era blanco. Y sus piernas...¡sus piernas! no tenían arrugas, eran jóvenes de nuevo. "¿Sigo soñando?" pensó asustada. Se levantó nerviosa intentando pensar con claridad, era consciente de sí misma pero a la vez no pertenecía a ese cuerpo. Entonces una brisa surgida de ninguna parte la hizo tranquilizarse pues la envolvió de una forma tan cálida que todos sus temores y miedos desaparecieron; sus dudas se resolvieron y volvió a reír. Ese bosque...poseía una esencia muy fuerte, tanto que la hizo rejuvenecer al sonido de su risa, tan pura y tan sincera que él quiso mostrarla tal y como había visto en ella. Julia ahora era un espejo de todo lo que realmente era, así la veía el bosque y así quería que se viera ella.

Julia, sintiendo que traicionaba a su razón, pensó que quizás podría comunicarse con el bosque, aunque no sabía cómo. La sola idea de estar planteándose eso la hizo pensar que era una ingenua, pero en el fondo una voz la decía que allí había algo que no comprendía del todo. Un "¿quién eres?" en el aire se perdió, pues no hubo respuesta. Decepcionada, no paraba de pensar si era invención de su mente. No sabía si seguía soñando. Pero esa brisa...tenía que ser real. Entonces como guiada por una fuerte intuición se dio la vuelta y allí, bajo un único rayo de luz, crecía un árbol a una velocidad imposible. Creció tanto que cuando se detuvo la fruta ya estaba madura, lista para satisfacer a cualquiera. "Qué hermoso. Gracias". se la escapó sin querer. Y cuando se dio cuenta de que le había hablado al bosque, una fruta cayó justo entre sus manos. No, no estaba soñando.

Los días siguientes se dedicó a merodear por el bosque, ya no le intimidaba su imagen oscura. Éste siempre la observaba a donde fuera fascinado. A ella le sorprendían pequeñas cosas que para él eran de lo más normal; un árbol con infinitas ramas o un rayo de luz solitario se convertían en maravillas para Julia. Él veía cómo sus ojos brillaban ante tales escenas y le encantaba que una mirada pudiese expresar tantas cosas.

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