jueves, julio 14

Una ventana arriba

Hay una ventana muy grande a mi derecha. Por ella puedo ver el cielo casi a mi altura; con lo que no quiero decir que se esté cayendo, sino que me encuentro en un lugar alto. Las nubes están ahí, formando figuras. Veo un bicho que salía en Star Wars que ahora se está convirtiendo en un cerdo que corre, seguramente porque alguien le persigue para cortarle el cuello.

Parece que la ventana esté hecha para no ver el suelo y alejarse de lo mundano de ahí abajo: trabajadores, camiones y demás vehículos motorizados. No se ven, pero se oyen. Aquí no importa lo que hay debajo de nuestros pies. Cuanto más importante, además, más cerca del cielo. Por eso en las ventanas de arriba suele haber escarcha.

La gente que no está acostumbrada a subir padece temblores y cambios de color, además de un ataque repentino de falta de sensibilidad. Los que ya llevan tiempo allí no necesitan ropa de abrigo, hace tiempo que su sangre adoptó la misma temperatura que el ambiente; de ahí que sus venas sean de un color que no tiene ni nombre.

Aún estoy pensando en cómo puede llamarse. Puede que no lo necesite. A veces hay cosas que no precisan de nombre y aún así pueden existir. Un nombre es sólo algo que necesitamos para no perdernos en la realidad, pero no hace falta, las cosas ya son, las nombramos para expresarlas.

Ese color se quedará sin nombre, que cada cual le busque el suyo.

4 comentarios:

John Keats dijo...

Mmmmm

Verdazul.

Aura Gris dijo...

Mmmm demasiado sencillo.

John Keats dijo...

Violegris claro

Aura Gris dijo...

Ese me gusta más.