miércoles, febrero 23

Cuando tu voz es muda

Un día las palabras te molestan más de lo debido. Escuecen cada vez más. Pues si no liberas a las que enfrían tu garganta, las que te van llegando no dejarán de quemar. Con gran dificultad expulsas ese hielo, te cuesta, pero lo haces. Las manos que lo reciben no saben qué están tocando, tienen que mirar con verdadera atención para comprender. De esa forma la temperatura vuelve a su estado natural. Tus cuerdas vocales vuelven a vibrar, tu piel ya no conserva las heridas.

Ya puedes gritar.

3 comentarios:

John Keats dijo...

Grita






Alguien te escucha.

Siempre.

Aura Gris dijo...

¿Y si hace oídos sordos?

John Keats dijo...

Grita más fuerte, dale un tortazo para que espabile, oblígale a que escuche.

Para eso está.