lunes, marzo 14

El hombre que convertía en nada

No sé qué escribir. Miro la pantalla en blanco y no veo letras que formen una frase que acaben convirtiéndose en párrafos con un ligero sentido. O no. Nada de lo que escribo aquí se entiende demasiado. O sí. Yo me entiendo e intento que los demás se pierdan un poco en mis palabras. Cada uno debería dar el significado que quiera a lo que lee. Pero esta vez nada puedo ofrecer. Podría escribir sobre alguien que sueña con fotos, pero no sería una historia inventada y sería un poco como hacer trampas. Podría escribir también sobre un hombre enamorado de una mujer sin rostro, de una sombra que nunca vio; pero también es trampa, lo leí hace poco.

Me he quedado sin imaginación, me temo.

Como aquel hombre que, para apoderarse del talento de los demás, les sumía en una profunda oscuridad permaneciendo a su lado tanto tiempo como fuera necesario. Tal era su falta de todo, que cuantos le rodeaban acababan sin energía, prácticamente sin vida, sin opiniones ni ideas, sin sueños ni palabras inventadas. No se daban cuenta porque poco a poco dejaban de pensar y no eran conscientes ni de sí mismos. Ese hombre no ambicionaba el talento de sus víctimas, sino que simplemente les envidiaba y no quería que otros tuvieran lo que él no podía poseer. Por eso les convertía en nada.

2 comentarios:

John Keats dijo...

Hombres grises del talento. Los hay, a raudales.

La imaginación sigue ahí, sacas de la no imaginación. Muchas veces "alguien" me ha tratado de convencer de que aún no está todo inventado, pese a mis tendencias a pensar que sí.

Aura Gris dijo...

Para sacar de la no imaginación, tiene que impulsarte algo. Un realista no es un simple hombre.

No está todo inventado, si lo estuviera estaríamos estancados. Lo que no hay son cosas de verdad revolucionarias como hubo antaño.