viernes, febrero 4

7:35 de la mañana

Un día a alguien se le ocurre hacer una broma un tanto macabra por internet y todo el mundo se revoluciona. Insultos por aquí, amenazas por otro lado, cócteles molotov sobrevolando su cabeza haciendo que viva pendiente de que no se la vuelen.

Intolerancia lo llamaría yo.

Pero la gente cree que existe la libertad de expresión. Entonces...¿qué ocurre? Sólo gustan aquellas opiniones que sean acordes con nuestros pensamientos correctos. Si alguien piensa de forma un tanto bestia directamente le marginamos y le tildamos de monstruo. ¿Dónde queda la argumentación? Nos escandalizamos demasiado con ciertos comentarios, sean jocosos o serios. No los queremos, nuestros ojos no están preparados para ellos pues dañarían nuestra falsa moral.

Lo terrible de este asunto es que cada vez va a más. Somos otro régimen opresor sólo que con distintas ideas. La gente se vanagloria de la libertad que impera pero no es cierto, es una sombra de algo que nunca existió. ¿Por qué alguien no puede decir que está de acuerdo con esta o esta otra idea? Quizás estemos completamente en desacuerdo, pero es su opinión. ¿Por qué no argumentar y conversar para hacerle ver tu punto de vista? El asunto nunca funcionó así...es mejor poner el grito en el cielo y señalar con el dedo porque eso que ha dicho no es políticamente correcto. ¡A la hoguera!

Nos acabaremos ahogando en un mundo cargado de buenas intenciones.

1 comentario:

John Keats dijo...

Piensa que hay ciertas palabras, comentarios, discursos, que han provocado hechos. Estaría bien que todos nos lo tomásemos sólo como opiniones, pero las ideas y las palabras han y harán mucho daño (y bien) al mundo, por eso no dejan de ser importantes.

Aunque por otro lado, a la posibilidad de hablar el derecho a ignorar.

De todos modos, vivimos en una especie de comuna borreguil continua de buenrollismo y una no posibilidad de decir lo que se piensa, que asusta.

Un mundo feliz, por otro lado.