jueves, noviembre 11

Una noche

La cerveza se había terminado, pero la conversación aún seguía. No veían el momento para marcharse de allí y estudiarse nuevamente. No querían que fuera algo forzoso ni brusco. "¿Nos vamos de aquí?" "Sí, vámonos". Su voz dejó escapar un ligero tono de deseo que él notó. Buscaron sus manos en el coche y ambos condujeron hacia ese lugar que sólo existe entre ellos. Allí nadie puede verlos, al arrancarse la ropa se vuelven invisibles para el resto...sólo pueden verse el cuerpo el uno al otro. Y así lo hicieron. Una vez más, y como si fuera la primera vez, se recorrieron con ansia la piel con las manos, con la lengua, dejando un surco de agua en un cuerpo sediento. Oyó que la miraba. Sus ojos siempre habían sido un abismo por el cual caerse. Se dejó caer y caer...cayó tanto que durante un instante murió un poco y gritó. Hasta que ambos, sin aliento, volvieron a la superficie envueltos en sus brazos.

1 comentario:

John Keats dijo...

Realismo mágico.